
El tratamiento de la leucemia mieloide crónica puede ser una experiencia agotadora en el mejor de los casos. A medida que el sistema inmunitario responde a la enfermedad y al tratamiento, utiliza grandes cantidades de energía que pueden dejar a los pacientes con una sensación de agotamiento interminable. Es difícil reponer los niveles de energía cuando las náuseas o la falta de apetito dificultan la ingesta de alimentos y otros efectos secundarios impiden dormir bien por la noche.
Por difícil que pueda resultar, seguir una dieta equilibrada -rica en calorías y proteínas- es vital antes, durante y después del tratamiento. Una alimentación adecuada no sólo le dará más energía, sino que mejorará la capacidad de su organismo para hacer frente a los efectos secundarios, combatir las infecciones, recuperarse más rápidamente del tratamiento y reducir las probabilidades de desarrollar otros problemas.
¿Qué debe comer?
Frutas y verduras – Las frutas y verduras son ricas en nutrientes y minerales y deben ser una parte fundamental de su dieta, según Blood Cancer UK. Los plátanos están cargados de azúcar natural, proporcionando una rápida inyección de energía sostenida cuando más se necesita. Las bayas, como las fresas, los arándanos y las frambuesas, son fuentes esenciales de antioxidantes, que ayudan a generar energía a nivel celular. En cuanto a las verduras, las de hoja verde ayudan a mantener sano el sistema inmunitario, y los boniatos y las patatas aportan hidratos de carbono que el cuerpo puede convertir en energía.
Proteínas: el consumo de proteínas proporciona al organismo un impulso de energía a largo plazo, ya que ayuda a reparar y reconstruir los tejidos dañados durante el tratamiento. Algunas buenas opciones son las carnes magras, el pescado, las legumbres, los huevos, los lácteos, los frutos secos y los productos de soja.
Cereales integrales – Los alimentos que contienen cereales integrales proporcionan los carbohidratos que tu cuerpo necesita para producir energía. Algunas buenas fuentes son la pasta integral, el pan integral, el arroz integral y la avena.
Grasas saludables – Las grasas pueden parecer un añadido cuestionable a una dieta sana, pero las grasas saludables contienen abundantes calorías que las convierten en una buena fuente de energía, según la Sociedad Canadiense contra el Cáncer. Las grasas insaturadas, como las que se encuentran en los frutos secos, el pescado azul y los aceites vegetales, son buenas opciones.
Más para reflexionar
Coma comidas pequeñas pero frecuentes – Se recomienda a los pacientes con LMC consumir un mayor número de comidas pequeñas a lo largo del día (en lugar de tres comidas grandes) porque el organismo tolera más fácilmente las porciones más pequeñas. Es más probable que este horario le proporcione una energía sostenida y reduzca la sensación de náuseas.
Mantenerse hidratado – Es importante beber mucha agua, ya que muchas formas de tratamiento del cáncer dejan a los pacientes deshidratados. Según el Instituto Nacional del Cáncer mantenerse hidratado, sobre todo los días en que le cueste comer, aliviará las náuseas y le ayudará a sentirse mejor. Evita las bebidas con cafeína, ya que pueden exacerbar ciertos síntomas (reflujo ácido, diarrea) y las bebidas que contienen azúcar, como los zumos de frutas o los refrescos.
Borrón y cuenta nueva – La terapia contra el cáncer debilita el sistema inmunitario y aumenta la probabilidad de sufrir una enfermedad relacionada con la alimentación. La mejor forma de evitarlo es mantener la encimera, los utensilios y las manos lo más limpios posible antes de preparar una comida. Lave bien las frutas y verduras y cambie con frecuencia los paños de cocina y las toallas para evitar la propagación de bacterias nocivas.